¿DAVID Y GOLIATH?: EL DIA DESPUES EN LAS UNIVERSIDADES

 Hace al menos una década existe en Argentina y en algunos países del mundo un gran debate respecto al alcance y la eficiencia de las posibilidades tecnológicas en materia de Educación Superior. Históricamente la cultura universitaria ha visto a la educación a distancia, como la “cenicienta” de la Academia que ha debido ser soportada por el crecimiento continuado de la modalidad y por las preferencias de los que demandan estudiar donde quieran y cuando quieran.

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Existen ya en nuestro país estándares o indicadores básicos (validación de los Sistemas Institucionales de Educación a Distancia por parte de CONEAU) que definen si una oferta educativa a distancia dispone al menos en teoría, de la calidad necesaria para poder seguir validando trayectorias de los que se convierten en profesionales. En Argentina existen aproximadamente 1.8 millones de estudiantes en las universidades, de los cuales unos 130 mil estudian a distancia [1] . De esa población, el 35% se encuentra en universidades privadas. Como verán, las cifras son claras: tan sólo el 6,8 % de los alumnos universitarios y sus profesores, estaban listos para la pandemia. ¿Qué significa esto? Que 1,7 millones de alumnos debieron adaptarse a profesores que intentan aún hoy, enseñar virtualmente con algunas herramientas e infraestructura tecnológica propia o prestada, que las universidades pudieron facilitar.

En todo este acelerado proceso de transición digital, así como en el futuro a mediano plazo, los mayores obstáculos siempre son humanos. De una cosa estamos seguros: las miradas de reojo han desaparecido, por necesidad si así lo prefieren, pero definitivamente  habrá un antes y un después; el uso de la tecnología para aprender y enseñar en remoto se va a incorporar a nuestra vida. La educación virtual ya no es una opción.

Este proceso para algunos que venimos bregando en la necesidad de la bimodalidad como opción en el mundo universitario, ha sido el definitivo impulsor de un cambio paradigmático para aquellas universidades que sepan dónde colocar su diferencial durante la pandemia. Dar por  solucionadas problemáticas como uso de ladrillo, infraestructura inadecuada para una universidad “actualizada”, cátedras intocables, auditorios numerosos, alumnos parados al final del pasillo, cuotas poco inclusivas, y tantas otras cuestiones, es una propuesta que debería tomarse en serio. El inconveniente: son temas que refieren al “cultural drag” o arrastre cultural de las instituciones. Parafraseando a Drucker, ¿dejaremos que una vez más la cultura se desayune la estrategia? ¿Esta ‘transformación’ será un espasmo o un continuo creciente?

Y qué es la bimodalidad? Es el día después de la cuarentena. Es el proceso organizado en una universidad por el cual mediante formación tecnológica y pedagógica de su profesorado y la flexibilidad de circuitos normativos, operativos y administrativos, las modalidades presencial y virtual se enriquecen mutuamente tendiendo a la convergencia de recursos distribuidos que facilitan la inclusión, la calidad y la retención del estudiante universitario, maximizando la eficiencia y favoreciendo la personalización de las trayectorias educativas.

Ya los profesores tradicionales están explorando las posibilidades que aporta lo virtual, sería un gran error regresar a los claustros el día después a repetir lo que venía sucediendo. ¿Porqué? Básicamente porque todos los estudios comparados en los últimos diez años (cfr Garcia Aretio, 2018) no arrojan resultados significativos respecto a la calidad de un estudiante presencial sobre uno virtual. Donde sí aparecen mejores resultados es en la experiencia de “blend learning”. Por ejemplo:  los alumnos de Abogacía estudian on line pero una vez al año regresan al campus físico para realizar in situ ejercicios referidos a sus prácticas profesionales en entornos físicos simulando juicios. Alumnos que regresan a los campus físicos a utilizar monitoreados por sus mentores, simuladores virtuales permiten al profesor de histología disponer de un aula con unos 5000 cortes de células para que cada estudiante puede ver tantas veces como quiera el material, sin necesidad de disponer de un número imposible de microscopios, o practican montar una empresa y desarrollar acciones de gestión y mercadeo sin provocar descalabro económico  a ningún emprendedor desprevenido.

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En octubre del 2019, Lorenzo Garcia Aretio, un estudioso de la modalidad a distancia creador de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en España, se presentaba on line, en la Universidad Católica de Salta, en  Argentina, desde su casa en Madrid, en un acontecimiento académico sin precedentes. Hoy la tecnología holográfica junto con la IA (inteligencia artificial), el Aprendizaje Adaptativo, la Realidad Virtual y Aumentada, y la evaluación digital, son los tópicos que marcan tendencia (Gartner, 2019) en educación. Y ni hablar del blockchain que ya se usa en algunos espacios para certificar trazabilidad total de los procesos.

Las universidades que ya disponen de las dos modalidades y vienen trabajando cada una en lo suyo, son campo fértil para llevar adelante un plan de Convergencia. Teniendo la infraestructura tecnológica necesaria y una población de docentes ya capacitados en la virtualidad, se puede disponer de la arquitectura de aulas virtuales, capacitar a los nuevos docentes duales, reorganizar espacios, horarios, desarrollar otros nuevos, producir una reingeniería de los recursos humanos, pues algunos perfiles ya no serán necesarios y otros se requerirán, aunque trabajen desde sus casas, lo que facilitará conseguir esa preparación requerida que es escasa actualmente en Argentina. ¿Y qué hay de las tradicionales universidades presenciales? Probablemente sea un modelo que continuará un tiempo más, pero nunca con tantas horas concentradas en aulas físicas, y destinado a las élites dispuestas a pagar el costo de una educación basada en la red de contactos que proporcionará para el futuro laboral, en el mejor de los casos. ¿Y el resto? Automatización, digitalización, robotización, son los mantras de las universidades que quedarán en pie post covid 19, que deberán abrirse camino entre los obstáculos del dogmatismo de la Academia presencial.

Para que esto pueda escalar y asegurarse mayor acceso a la formación universitaria, las universidades deben pensar en cambiar en serio. Aquella institución, no importa que fuese nacional o privada, que no tenga visión estratégica y capacidad operativa para robotizar, automatizar y digitalizar el modelo, terminará hundida en el pago de intereses de créditos gigantescos o en el mantenimiento de una nómina que no se adapta a los tiempos que ya corren, que la conducirá al vagón de cola para siempre. La UNESCO, ha recordado en estos días, uno de los objetivos de la Agenda Education 2030, donde se pide “concebir sistemas educativos más resilientes y más reactivos a los conflictos, a los desórdenes sociales y a los riesgos naturales, de modo que la educación continúe funcionando en medio de situaciones de urgencia, durante los conflictos y en los períodos que a ellos se subsiguen”. ¿Porqué no animarnos a pensar la universidad divergente?

¿Cuáles son las principales dificultades para pensar la Convergencia?  Son varias, empezando por la evaluación, retención y acreditación de los estudiantes, pasando por el diseño organizacional, el modelo pedagógico, los sistemas de garantía internos de calidad, entre otros. Hay una cuestión clave que también lo dificulta y son las regulaciones universitarias. Resulta difícil imaginar poder cumplir las rígidas normas presenciales que definen la calidad de los procesos universitarios en este nuevo contexto que vino para quedarse. Particularmente existen dos áreas de conflicto: las prácticas profesionales supervisadas y los exámenes finales. ¿Cómo imaginarnos siquiera con exámenes on line en casa que aseguren la validez y confiabilidad que tanto necesita la Universidad para garantizar la calidad de un futuro profesional? Cómo puede éste aprender a hacer, sólo a través de simulaciones virtuales?

Hace algunos años en una comisión de educación a distancia de universidades privadas en Argentina, debatía con un prestigioso académico acerca de la imposibilidad de que un estudiante de medicina pudiera nunca estudiar de manera virtual porque “al hueso hay que tocarlo”. En una época donde Harvard acaba de publicar en Science que el distanciamiento social deberá extenderse hasta 2022 y algunos hasta proponen dejar atrás el típico apretón de manos al saludarse, tendremos que repensar las claves de lo que se aprende y cómo. Algo así como hackear la didáctica clásica. Pero esto lo dejo para otra noche de desvelos…

[1] https://libertad.org.ar/web/wp-content/uploads/2019/09/CISE_Radiografia_Universidades.pdf

Cita

El siguiente artículo ha sido escrito originalmente para WISE ed.review. Para leer el artículo original en inglés, haga clic aquí. Sigue la actualidad de WISE en @WISE_es.

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Charles Fadel, fundador y presidente de Center for Curriculum Redesign (Centro de rediseño curricular)

Muchos han abordado cómo deben aprender los alumnos presentes y futuros. Pocos han examinado lo que los alumnos deben aprender para el siglo 21.

El rápido aumento de la tasa de cambio sistémico en el planeta crea un mundo incierto, complejo, ambiguo, cada vez más volátil y por lo tanto mucho más impredecible. Seis tendencias emergentes requerirán de un conjunto diverso de habilidades y competencias individuales y una mayor colaboración entre las culturas.

El promedio de esperanza de vida humana está aumentando y producirá cambios colectivos en la dinámica de la sociedad, incluyendo mejor memoria institucional y más interacciones intergeneracionales. También traerá consigo el aumento de la resistencia al cambio. Esto también puede llevar a consecuencias económicas, tales como múltiples carreras en la vida ya más extensa de la persona y conflictos sobre la asignación de recursos entre las generaciones más jóvenes y mayores. Este contexto requiere sensibilidad intergeneracional y una mentalidad de sistemas colectivos en el que cada persona equilibra sus necesidades personales y sociales.

El rápido aumento de la interconexión del mundo ha tenido muchos efectos, incluyendo el aumento exponencial de la velocidad de difusión de información e ideas, con interacciones más complejas a nivel mundial. El procesamiento de la información ya ha tenido efectos profundos en la forma en la que trabajamos y pensamos. También trae consigo un incremento de las preocupaciones y los problemas sobre la propiedad de los datos, la confianza y la atención global y reorganización de las estructuras sociales actuales. Prosperar en este contexto requerirá la tolerancia de la diversidad de culturas, prácticas y visiones del mundo, así como la capacidad de aprovechar esta conexión.

Junto con muchos de nuestros avances tecnológicos sin precedentes, la sociedad humana está utilizando nuestro medio ambiente a un ritmo sin precedentes, consumiendo más del mismo y desgastándolo más. Hasta ahora, nuestras tecnologías han arrancado a la naturaleza una extraordinaria abundancia de alimentos, petróleo y materiales. Los científicos calculan que los seres humanos utilizan aproximadamente un “40 por ciento del potencial terrestre de producción [planta] ” para sí mismos (Cambio Global, 2008). Lo que es más, hemos estado explotando los restos de plantas y animales de los cientos de millones de años atrás en forma de combustibles fósiles en el período relativamente corto de unos pocos siglos. Sin tecnología, no tendríamos ninguna posibilidad de apoyar a una población de mil millones de personas, y mucho menos de siete mil millones en incremento.

Si bien la creación de nuevas tecnologías siempre conduce a cambios en la sociedad, el creciente desarrollo y la difusión de las máquinas-es decir, tecnologías que pueden realizar tareas que antes se consideraban únicamente ejecutables por los seres humanos-ha llevado a una mayor automatización y deslocalización de puestos de trabajo y producción de bienes. A su vez, este cambio crea cambios dramáticos en la fuerza laboral y en la inestabilidad económica global, con un empleo irregular. Al mismo tiempo, nos empuja hacia la excesiva dependencia de la tecnología; potencialmente disminuyendo el ingenio individual. Estos cambios han puesto énfasis en las habilidades no automatizables (tales como la síntesis y la creatividad), junto con un movimiento hacia una economía maker de do-it-yourself (DIY) y un equilibrio proactivo de la tecnología humana (es decir, uno que nos permite elegir qué, cuándo y cómo basarse en la tecnología).

La llegada de las tecnologías digitales y los nuevos medios de comunicación ha permitido una generación de “big data” y trae consigo enormes ventajas e inquietudes. Conjuntos de datos masivos, generados por millones de personas, nos ofrecen la posibilidad de aprovechar los datos para la creación de simulaciones y modelos, lo que permite una comprensión más profunda de los patrones de comportamiento humano, y en última instancia, para la toma de decisiones basada en la evidencia.

Los avances en los soportes de prótesis, genéticos y farmacológicos están redefiniendo las capacidades humanas, mientras diluyen los límites entre la discapacidad y la mejora. Estos cambios tienen el potencial de crear “seres humanos amplificados.” Al mismo tiempo, el aumento de la innovación en la realidad virtual puede dar lugar a confusión con respecto a real frente a virtual y lo que se puede confiar. Tal cambio de fusión entre lo natural y lo tecnológico nos obliga a volver a conceptualizar lo que significa ser humano con aumentos tecnológicos y de volver a centrarse en el mundo real, no sólo en el digital.

Todos estos cambios mencionados anteriormente destacan por qué es tan importante repensar el Qué de una educación del siglo 21. Los planes de estudios de todo el mundo a menudo se han ajustado, pero nunca han sido completamente rediseñado para la formación integral de conocimientos, habilidades, carácter y meta-aprendizaje- las cuatro dimensiones de la educación definidos por el Centro de Rediseño Curricular.

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En un mundo que cambia rápidamente, es fácil permancer centrado en los requerimientos actuales, necesidades y demandas. Sin embargo, una preparación adecuada para el futuro significa su creación activa: el futuro no es lo inevitable o algo en el que nos vemos metidos. Hay un circuito de retroalimentación entre lo que el futuro podría ser y lo que quiero que sea, y tenemos que elegir deliberadamente para construir la realidad que deseamos experimentar. Podemos ver las tendencias mundiales y sus efectos creando el siempre-presente-futuro en el horizonte, pero depende de nosotros elegir participar activamente en la co-construcción de ese futuro.

Charles Fadel es fundador del Centro de Rediseño Curricular y co-autor del próximo libro: “Four-Dimensional Education” (“La educación de cuatro dimensiones”).

 

http://innovacioneducativa.fundaciontelefonica.com/blog/2015/12/16/el-rediseno-de-los-objetivos-de-una-educacion-del-siglo-21/

 

EL REDISEÑO DE LOS OBJETIVOS DE UNA EDUCACION DEL SIGLO 21

INVERTIR O NO EN EDUCACION, ESA ES LA CUESTIÓN

Hola de nuevo, hoy quiero transcribir una nota interesante que The Economist trabajó en una investigación en los EEUU acerca del impacto real de las inversiones en educación, tanto para una Nación como para cada graduado. x422718_104312_1.jpg.pagespeed.ic.6yxZHspG1EY plantea una cuestión sociológica que nos remonta a la Teoría de la Reproducción de Pierre Bordieu.

“Imagínense  la vida sin la vacuna contra la poliomelitis o sin el marcapasos cardiaco. Piense en un mundo sin terapias avanzadas contra el cáncer o sistemas rápidos de transporte. Mejor aún, un planeta sin cosechas resistentes a las enfermedades o a la sequía, o un hospital sin unidades de cuidados intensivos”.

Así comienza una carta publicada en el Washington Post, el 2 de mayo de 1995, dirigida a los congresistas de Estados Unidos para aumentar los fondos de investigación de las universidades. Y es que a estas instituciones se les deben sorprendentes avances que han hecho el mundo más seguro, más cómodo y más rico.

De ahí que en los últimos años Estados Unidos haya aumentado progresivamente su inversión en educación y en investigación hasta el 2,7 por ciento de su PIB con la promesa de mayor desarrollo y crecimiento para  todos.

Una inversión astronómica, pero ¿vale la pena?  El último número de la revista británica The Economist dedicó su portada a reflexionar sobre esta pregunta. Asegura que para los universitarios la tasa de retorno es muy favorable. Sin tener en cuenta a África subsahariana, un estudiante percibe en promedio un incremento del 14 por ciento en sus ingreso por cada año adicional de educación superior.

En América Latina el panorama es mejor y esta ganancia llega a un 16 por ciento. En general, explica el semanario inglés, el retorno a la educación superior es mayor en los países pobres que en los ricos.

Por eso no sorprende que el número de estudiantes de nivel universitario esté creciendo más rápido que el PIB mundial. Según The Economist, la matrícula de los estudiantes crece más rápido que la compra de carros.

A nivel global, en las dos últimas décadas, el número de inscritos subió del 14 por ciento al 32 por ciento de la población joven. En China, el número de estudiantes creció de 1 a 7 millones entre 1998 y 2010. Actualmente el país asiático produce más graduados que Estados Unidos e India, juntos.

Sin embargo, The Economist señala que aunque los individuos disfrutan de un rendimiento razonable para su inversión en la educación superior, no está tan claro si estos beneficios se expanden a toda la sociedad.

En los últimos 20 años los costos de la educación superior se han duplicado y si bien las nuevas tecnologías ofrecen la promesa de hacer la educación más económica y accesible, las universidades se resisten a adoptarlas, agrega la revista.

“La gran pregunta es si la sociedad debe invertir en tener más graduados para aumentar su productividad o si estos títulos no son más que un mecanismo diferenciador para los empleadores entre los graduados, supuestamente más inteligentes, y los no titulados. Si es así entonces los estados no deberían financiar estos títulos”, concluye la prestigiosa publicación.

http://www.semana.com/educacion/articulo/inversion-en-educacion-una-buena-idea/422676-3?hq_e=el&hq_m#

Hacernos cargo de los límites

Eduardo Escalante Gómez / Profesor

“HACERNOS CARGO DE LOS LÍMITES”

Prof. Eduardo Escalante Gómez (Chile), especialista en educación, investigación y análisis de datos.

La ROL tuvo el privilegio de realizar una entrevista sobre educación y tecnologías al Prof. Eduardo Escalante Gómez (Chile), especialista en educación, investigación y análisis de datos; también es investigador en la Universidad Juan Agustín Maza de Mendoza.

ROL: – ¿Está de acuerdo con T.S. Elliot en que la tarea de la educación consiste en ayudarnos a “escapar de las limitaciones emocionales e intelectuales de nuestro tiempo”?

EEG: – El sentido del texto de Elliot podría estar descontextualizado, por lo que me remito a la interpretación de la frase referida.
“Escapar” siempre es una palabra de la que deberíamos “sospechar”. Pensaría que la educación nos ayuda a “hacernos cargo” de aquello que nos limita en cualquier sentido: espiritual, intelectual, y en cualquier faceta de cada uno de estos dominios.
“Escapar” es una manera de “esconder”, de perder el coraje para asumir que siempre la vida es algo complejo, pleno de sinsabores e instantes de alegría, pleno de esfuerzos no necesariamente reconocidos; es un camino en el que acechan, visible o invisiblemente, las agresiones, las más de las veces, no merecidas.
Mal haría un sistema educativo que enseñara a escapar de algo. La literatura nos muestra que los grandes personajes de la historia siempre enfrentan el sinsabor, la injusticia, la traición, la discriminación, en fin, tantas manifestaciones del lado oscuro del corazón y de la mente. Pero, precisamente, el enfrentar y no escapar es lo que los ha hecho grandes.
Escapar significa dejar que parte del mundo lo gobiernen los “miserables”, los que no ameritan un lugar en la historia que trasciende, aunque humanamente debemos convivir con ellos sin caer en sus códigos de actuar.

Todavía existe la idea de que es mejor la educación presencial que la educación a distancia. ¿Cuál es su posición al respecto?

Falsa dicotomía, “ser mejor” es una categoría relativa a un dicho popular: “El tuerto es rey en el país de los ciegos”.

Ni la una ni la otra es mejor, ni la una ni la otra es peor. Ambas tienes sus aciertos y sus desaciertos. Sí es posible señalar que la educación apoyada por lo digital empieza a encontrar un rumbo certero, se concentra más en el “mensaje” que en el “mensajero”, apoyado por la enorme logística digital, que cambia la concepción del tiempo y el espacio; de las relaciones interpersonales.

Pero es necesario aclarar que es una tendencia, porque muchos proyectos a distancia son pensados meramente como “negocio”, más alumnos, menos gasto en docentes; además, utilizando lo más primitivo de la tecnología: repartir “powerpoints” y “pdfs”. Una especialista mencionó que toda plataforma a distancia que signifique imprimir “pdfs” cae en el dominio de la obsolescencia. No comparto en su plenitud su postura, ya que el trabajo con los textos es fundamental y hay que imprimirlos o ir a buscarlos a la biblioteca; de todos modos, es un punto para considerar. En general, el escenario de aprendizaje a distancia tiene que ser autosuficiente para que se produzca el aprendizaje.

En lo dicho anteriormente, uno puede detectar que el problema en la educación presencial ─que también se suma progresivamente a lo digital─, en muchos casos, sigue siendo el “mensajero”, el docente: no logra “domiciliarse” en una dinámica donde el exigir es cuestión epistemológica y no sociológica. En otras palabras, la exigencia deriva del objeto de conocimiento y no del poder de un actor social sobre otro. Continúan existiendo “códigos restringidos” con argumentaciones ad hominem en la dinámica del aula, lo cual es un verdadero retraso cultural.

¿Cuáles son los cambios fundamentales que se están generando en la educación por la influencia de los desarrollos tecnológicos (a nivel mundial)?

Ni la educación presencial ni la educación a distancia podrán sobrevivir como proyectos educativos si no son capaces de, por una parte, generar la educación digital, y por otra, si no se resuelve el tema de la “presencialidad”, el actuar mirando al otro, con el otro. Lo digital nos brinda la rapidez, la economía del esfuerzo, el desarrollo de innumerables concreciones de nuestras capacidades, pero de algún modo nos “desarraiga”, “nos ausenta”, “nos aleja incluso de quienes tenemos físicamente al lado”; nos apura, nos incita, provoca el despliegue de innumerables dimensiones de la intelectualidad humana; no obstante, nos desarraiga al reducir nuestros sentidos, al restar nuestra capacidad de oler, tocar, palpar, minimizada por la fuerza del ver y el escuchar. La única manera de humanizarnos es a través de todos los sentidos.

Es este el problema que se empieza a visualizar internacionalmente, porque siguen ocurriendo atrocidades en manos, incluso, de los más inteligentes, las naciones más desarrolladas.

¿Cuál es el rol del docente en el nuevo escenario educativo mediado por TIC?

El docente no debe perder de vista que la historia se construye con los instrumentos de que se dispone; hoy predominan los digitales, pero, si tiene conciencia del desarraigo, entenderá que las dinámicas de aprendizaje deben incluir lo que nos define como humanos, partiendo desde lo valórico. Sí se puede deconstruir estructuras valóricas googleando; sin embargo, las fundamentales se relacionan con el hecho humano cotidiano, el que ocurre con el que se sienta al lado, adelante, que está en otro curso, con el que mantenemos diferencias y no sabemos cómo resolverlas.

Los MOOC*, ¿son puro marketing o está de acuerdo con que transformaron la educación formal e informal?

Todo lo que posibilite el aprender debería ser bienvenido, no necesariamente se producen grandes transformaciones, pero se agrega una gota más a la libertad individual, al recibir argumentos que permitan decidir culturalmente y no desde la ignorancia. Sí es un cambio respecto a siglos anteriores. El que sea un “negocio” o no lleva a la pregunta sobre qué ha dejado de ser un negocio hoy en la humanidad. Todo tiene un costo. Es decir, los MOOC no son una gran transformación educativa, sí un avance, y forman parte de la ecuación de negocios nutrida por las comunicaciones y lo digital. El tiempo dirá en qué medida el tener tanta información, tanto aprendido, ha servido para lograr una humanidad más justa, más equitativa, más sensible, capaz de regocijarse con los logros de los demás, llegar a la vejez considerado, con espacio para seguir creciendo no agotado por las miserias de la edad.

*Acrónimo en inglés de massive open online course y traducido al español como curso en línea masivo y abierto. Fuente: Wikipedia.

Por Verónica Franco
Lic. en Comunicación, Opinión Pública y Publicidad – UBA

Lo nuevo y los tradicional: calidad y educación

En el París de 1,860 se consideraba que los únicos pintores en capacidad de generar obras de “calidad” eran los pocos aceptados en un círculo llamado “El Salón”, que era parte del programa de fomento de cultura del gobierno francés del momento. Los criterios de selección para permitir a un artista participar en una de estas exhibiciones eran arbitrarios y estandarizados, lo más probable era ser rechazado.

Lo curioso es que entre aquellos “desdichados” que en su momento les fue negada la posibilidad de participar en “el salón” se encuentran algunos nombres bastante conocidos para quienes saben de arte (aclaro, yo no sé de arte), personajes como Edgar Degas, Paul Cézanne, Claude Monet, Pierre August-Renoir, y Camille Pissaro, fracasaron en su intento de llenar los criterios que les darían su entrada ese grupo de privilegiados artistas. Lo irónico es que cada uno de ellos, en su momento, llegó a ser de las figuras más importantes del impresionismo, y sus obras hoy por hoy se venden por millones de dólares, cuando se venden.

Como lograron esto?, ante la imposibilidad de participar en los círculos tradicionales, estos artistas más allá de ajustar sus estilos a lo que en su momento se aceptaba como arte “de calidad”, buscaron un espacio propio donde, libres de exigencias, se les permitiera exhibir sus obras tal como estaban destinadas a mostrarse, el resultado fue que tuvieron la oportunidad de brillar, y desde sus días ser determinantes en la disciplina que decidieron abordar.

Casi todas las industrias, en algún punto de su desarrollo, sufren cambios radicales en lo que se considera “calidad”.

Como este ejemplo hay cientos, en los setenta las aerolíneas pensaban que servicio de calidad era ofrecer abundante comida, espacio y lujo; hoy en día la mayoría de viajeros están dispuestos a llevar su comida o esperar al destino, y a cambio prefieren que se les ofrezca un servicio puntual, seguro y de bajo coste.

Las métricas de lo que se cree calidad van cambiando, sin embargo en el caso de la educación existe una resistencia estructural a la evolución, por años hemos creído que los currículos y evaluaciones estandarizadas, el profesorado cargado de títulos y publicaciones son sinónimo de buena educación, y esta negativa al ajuste puede estar trayendo problemas para muchos alumnos aun desde las etapas más tempranas de su vida.

El modelo tradicional de educación (más claramente en la formación básica y secundaria) asume que todos los seres humanos pueden ser incorporados en un proceso transversalmente uniforme, industrial, para inculcarles los mismos conocimientos. Sistemáticamente se ignoran factores culturales, de preferencias, de fortalezas, dejando en el camino rezagados a muchos individuos que por no ajustarse al patrón se consideran inadecuados y condenados al fracaso.

En países como EEUU se está prescribiendo drogas como la Ritalina como si se tratara de caramelos, por la tendencia a creer que todo niño inquieto sufre de un déficit de atención.

Estos sistemas de “talla única” se prestan para que quienes no se acomoden al sistema tradicional, como lo fue “el salón” en la Francia de 1,860; sean prontamente relegados.

Un sistema educativo responsable, en lugar de concentrarse en transmitir una serie de verdades universalmente aceptadas, con maestros que cada período académico repiten la misma información a distintos sujetos, debería ver a la persona como un menú de oportunidades, determinar que destrezas tiene para aprovecharlas y cultivarlas de manera temprana y así maximizar la probabilidad de éxito. En lugar de buscar autómatas académicos ajustados a un ideal fijado por Dios sabe que organismo, formar individuos que explotan sus facultades y fortalezas.

Hoy por hoy, cuando hemos sido testigos del colapso de modelos tradicionales de industrias como la discográfica, cartografía, editoriales, y probablemente el comercio a manos de una revolución digital; conviene pensar si nuestro entorno esta convirtiéndose en el caldo de cultivo necesario para una disrupción educativa que presente el escenario alterno para que los individuos más allá de ser sometidos a un proceso industrial, perfeccionen sus talentos, tal como lo hicieran hace 150 años los pintores impresionistas cuando abandonaron los espacios de siempre para en sus propios términos convertirse en leyendas.

Existiendo la posibilidad de generar contenido digital de la mejor calidad, (en este momento incluso es posible conseguir cursos de las mejores universidades y profesores de manera gratuita y en línea), la tendencia es a que llegue a existir un repositorio enorme de conocimiento virtual global, depurado por comunidades de usuarios que se encargan de validar la calidad de los componentes del mismo. Los casos de éxito más recientes han revelado que lo que creíamos eran docentes de calidad muchas veces no lo son, y que en educación el cómo transmitimos es tan o más importante que el que transmitimos

El roll del maestro debería pasar de “repetidor” al de un administrador que con información clara sobre las fortalezas, deficiencias, e intereses de sus alumnos se encargue de diseñar y coordinar programas a la medida soportado por los medios virtuales, ya departamentos de educación en algunos distritos de EEUU han experimentado estos métodos con resultados más que prometedores, y naciones como Finlandia desde hace años se preocupan en aprender rápidamente sobre sus alumnos, más que en tratar de que los estudiantes aprendan enlatados precocinados para ellos.

Cuanto tiempo tardara una acción decisiva. No sé, pero pequeños cambios marcan las diferencias, y mientras más rápido se den los primeros pasos, mejor será para todos.

El autor de la nota es Jorge Borrero, Vicepresidente Financiero CFO en Pacific Power Generation, Colombia. Extraido de http://blogs.elespectador.com/

¿MEDIADOS O MEDIATIZADOS?

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La educación en todos sus niveles y la vida misma en todos los ámbitos, están siendo partícipe de profundas transformaciones alentadas por un contexto vertiginoso, donde las nuevas tecnologías informáticas y comunicacionales cobran significativo valor atendiendo a los cambios en los lenguajes y las culturas. La integración de tecnologías en la enseñanza, requiere de una mirada crítica hacia las concepciones y prácticas pedagógicas en su globalidad, a fin de favorecer la profesionalidad docente y la calidad de la enseñanza.

En el medio, docentes, técnicos, especialistas, intentamos generar pensamiento que ordene el devenir y el extasis. Si acudo al Diccionario de la RAE dice que mediatizar es : «Intervenir dificultando o impidiendo la libertad de acción de una persona o institución en el ejercicio de sus actividades o funciones».  Cuando busco «mediar» encuentro : «Llegar a la mitad de algo»,«Interceder o rogar por alguien», «Interponerse entre dos o más que riñen o contienden, procurando reconciliarlos y unirlos en amistad».

Padula Perkins escribe en un artículo de la Cátedra Unesco de Educación a Distancia: «Resumiendo, hablamos de mediación en tanto acción de interceder entre el objeto a
ser aprendido y el sujeto que desea aprenderlo. Algo o alguienmedia entre ambos. En la educación presencial lo hace el docente en el aula. En la formación a distancia, los materiales
y la acción tutorial. En este último caso, el acto de mediar se construye a su vez sobre uno o varios medios de comunicación, es decir, se mediatiza». (2004)

Me resisto a pensarme mediatizado (aunque muchas veces me encuentro en ese lugar). Pensar en mediatización es pensar en asimetría. Elijo quedarme con la idea que estamos «mediados» por las NTICs, aunque no puedo negar que las sociedades van cambiando por la acción  de las nuevas tecnologías. Enseñanza y aprendizaje reconciliados por las NTICs.  Quiero creer que somos aún una sociedad que puede elegir lo que se construye dentro de ella. Así también para la educación, fuente principal de libertad para el hombre.